Ibáñez y Valenzuela: ¿Cómo estamos educando a Chile?
(23.06.2021) ¿Cómo estamos educando a Chile? Esta interrogante la acomete Camila Valenzuela Pérsico, psicóloga organizacional y coach esencial, y Nolfa Ibáñez Salgado, educadora diferencial, con un doctorado en educación y candidata al Premio Nacional de Educación. Por ello, Oh! Citoyens Live conversó con estas dos especialistas en materias de educación escolar y formación profesional, para escudriñar el tipo de lineamientos que se impone en nuestro país en estas materias, y en especial en lo que respecta al sistema de educación pública.
Los formatos de educación en Chile ha tenido históricamente un segmento social entre lo público y lo privado, pero esta brecha se agudizó aún más durante la dictadura cívico-militar, en este sentido, Nolfa Ibáñez cree que las lógicas que guían las políticas públicas desde los últimos gobiernos han sido erráticas, lo que ha mermado considerablemente la matrícula en las escuelas y liceos públicos. En referencia a la década de los años ‘60, “Nos encontrabamos ciudadanos de distintas clases sociales, distintos origenes socioeconómicos, distintos capitales culturales, en ese alero fantástico que era la educación pública”, agregó.
Desde otra mirada, y más allá del aula, la psicóloga organizacional considera que el propósito para el cual estamos educando no está claro por parte de las últimas autoridades o abiertamente, ha sido dirigido a un escenario neoliberal. Esto se ha alojado en el inconsciente colectivo como un tema ideológico entre una propuesta laica y otra privada o de caracter religioso para los diversos tipos de establecimientos educacionales, con una brecha entre colegios de número, versus colegios con nombres anglosajones o en homenaje a figuras religiosas. Camila, advierte que una cosa es la libertad de educación para las familias, “lo que sí no está bien es que no sabemos muy bien para qué tenemos este sistema, hacia donde queremos construir a nuestros ciudadanos (…) lo que genera una especie de tribus de élites”, que no corresponde al espíritu de la educación, expresó.
Los cuatro pilares que proponen organizaciones mundiales como la UNESCO (1970), – añade Camila – sobre los objetivos de enseñanza aprendizaje es que deben girar en torno a “aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer y aprender a convivir”, y que son la clave para instalar una cultura educativa de calidad.
En este aspecto, la académica de la UMCE cree que lo que se enfatiza en la actualidad es un objetivo netamente “productivo”, y esto en una sociedad neoliberal se ha manifestado con abierta disposición a las necesidades del mercado. Por ello, existiría un laberinto entre estudiantes formados para mejorar el desarrollo humano de la sociedad y otro dirigido para satisfacer las demandas mercantilistas.
En este mismo sentido, Nolfa Ibáñez, reflexiona acerca del actual curriculum segmentado en Chile donde se parcelan los aprendizajes. Finlandia, es un claro ejemplo mundial de calidad educativa, donde no se expone a los docentes a una evaluación competitiva tan panóptica y donde no existe la “inspeccción” basada en la desconfianza, priorizando las competencias y habilidades de los facilitadores.
Estos países – que no no cuentan con importantes materias extractivistas – han privilegiado el concepto de inteligencia social al servicio de una comunidad con proyectos transformadores, es decir, “como palancas de cambio”. Estos Estados-Nación han diseñado un prototipo de ciudadanos y ciudadanas que aprenden a respetar el medioambiente y la diversidad sociocultural.
‘El poder se sustenta en la ignorancia ciudadana’, y en este aspecto, la psicóloga organizacional considera que “estamos educando a una mano de obra barata”, lo que genera “revoluciones” y estallidos sociales como unica forma de modificar las bases del Estado-Nación. En plena pandemia, se ha demostrado que en nuestros países las familias no cuentan con herramientas significativas para apoyar la educación de sus hijos e hijas.
La ex rectora del Liceo Manuel de Salas, valora la experiencia de escuelas y liceos públicos en el llamado “movimiento de renovación secundaria” o escuelas experimentales de la década sesentera. Así, la formación de docentes es clave para construir una sociedad en desarrollo, en contraposición a la “cultura del control y la rendición de cuentas”, que emana desde “expertos” con lineamientos lejanos al “cotidiano escolar”, relata Ibáñez.
Camila Vañenzuela enfatiza que «aún tenemos una deuda histórica hacia el gremio docente que no hemos sido capaces de valorar en su esencia». La Convención Constituyente es una gran oportunidad país para co-crear una nueva ciudadanía sustentada en el pensamiento crítico, la creatividad y lo colaborativo en nuestros educandos, de la mano de las tecnologías emergentes.
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